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Expertos estadounidenses pretenden desentrañar el genoma del cacao con el fin de conseguir plantas más resistentes a plagas y un producto final de mayor calidad.
Virus, patógenos, plagas o bacterias son algunas de las principales amenazas de la mayoría de las plantas que se cultivan en todo el mundo. El cacao, ingrediente básico del chocolate, es uno de ellos. Biólogos estadounidenses, temerosos de que la producción de esta planta se vea aún más mermada de lo que ya anuncian, apuestan por secuenciar el código genético del árbol 'Theobroma cacao' para hacerlo más
resistente a enfermedades y para mejorar la calidad y el sabor del chocolate. Esta iniciativa seguirá los pasos de otras plantas como la precoz 'Arabidopsis thaliana', el maíz, el trigo o el arroz.
Desde que la ingeniería genética se adentrara en el campo de los vegetales, sobre el año 2000, el conocimiento que se ha obtenido sobre las posibilidades de manipulación de las distintas plantas ha permitido mejorar el rendimiento de muchas de ellas, optimizando su adaptación incluso a condiciones de sequía y alta salinidad. Ahora, y en una iniciativa doble (la de hacer plantas más fuertes y la de complacer el paladar de los más chocolateros) expertos del Servicio de Investigación del Departamento de Agricultura estadounidense (USDA, en sus siglas inglesas), junto con Mars Incorporated y el Centro de Investigación de IBM (Nueva York) han iniciado un proyecto de unos cinco años de duración en el que tienen previsto secuenciar el genoma completo del cacao.
Proteger el chocolate.
Conocer las particularidades genéticas del cacao permitirá mejorar las condiciones de cultivo y producción.
Para empezar con el proyecto, los expertos cuentan ya con los avances obtenidos de la selección y mejora genética de distintas variedades a través de técnicas tradiciones de cruce. Con ellos han buscado, por ejemplo, cuáles son los genes que más protegen a la planta de amenazas externas como plagas o sequías. Y es que los expertos estiman que un 30% de la producción mundial de cacao se ha perdido por alguna enfermedad, especialmente en los últimos 15 años, sobre todo en África, donde se producen unas 600 mil toneladas de cacao al año.
Barritas, bombones, tablas o snakcs. Un sinfín de productos hechos a base de chocolate serán partícipes de la nueva investigación. Para los expertos, descubrir la doble hélice de la semilla del chocolate permitirá no sólo proteger este alimento, sino conocer también dónde podrá crecer mejor el árbol, qué procesos se producen cuando fermentan las semillas y cómo puede obtenerse un producto de mejor calidad. Debe tenerse en cuenta que si el número de toneladas ha aumentado en los últimos años no es porque se haya mejorado la producción sino porque lo que ha aumentado ha sido la superficie cultivada.
Un alimento particular.
Procedente de tierras americanas, el cacao llegó a Europa a principios del siglo XVI, y su consumo ha estado ligado desde siempre a la mitología de mayas y aztecas y, hasta finales del siglo XIX, a las altas clases sociales. Las particularidades de esta planta, 'Theobroma cacao' ('el alimento de los dioses'), exigen que se cumplan ciertas condiciones de clima y suelo. Factores como la temperatura y el clima son condicionantes importantes, ya que si se somete la planta a condiciones de humedad se contribuye a la propagación de enfermedades. Ello explicaría que sea un cultivo especialmente de tierras tropicales, donde se consiguen también temperaturas cercanas a los 21º C, aunque sin que suponga la exposición de la planta al sol. De no ser así puede verse alterada la calidad del fruto final.
La producción de cacao se extiende a 63 países de todo el mundo, y es un 24% superior a la de hace diez años, aunque el rendimiento de los cultivos no es muy elevado, según expertos de la University of Georgia. Aunque elchocolate es uno de los principales productos que se obtienen del cacao, también hay que tener en cuenta el cacao en polvo y la manteca de cacao. Según la misma fuente, un 60% del cacao se consume en Europa y EE.UU.
Despejar incógnitas.
En los últimos cinco años la actividad genética en vegetales ha sido muy intensa. Melón, trigo, vid, arroz o maíz son algunas de las plantas de las que ya se conocen sus secretos mejor guardados. En todas y cada una de ellas el objetivo, como en el cacao, ha sido mejorar las variedades y aumentar la diversidad de sabores. En el año 2002 el arroz disponía ya de su secuencia genómica completada. Entonces, el hallazgo no sólo se perfilaba como clave para mejorar el cultivo sino para conocer las características genéticas de otras especies destinadas al consumo humano.
En julio de 2005 empezaba una iniciativa académica que tenía como modelo el melón para desarrollar herramientas biotecnológicas destinadas a mejorar las especies mediante cruzamientos tradicionales. También el genoma del trigo ha sido estudiado con el fin de mejorar la calidad de las harinas destinadas a la elaboración de pan, especialmente en los aspectos que hacen referencia a su elasticidad y resistencia, dos de los más valorados.
En el caso de la vid, expertos europeos descodificaban en 2007 el genoma de la planta 'Vitis vinifera', originaria de Francia y una de las más usadas en el mundo del vino. Según la investigación, la planta posee una gran cantidad de genes relacionados con ciertas características del vino, como el aroma y el sabor. En este caso, el proyecto se convirtió en uno de los primeros en secuenciar el genoma de una fruta de cultivo y demostró que la vid contiene más del doble de genes implicados en la producción de aromas y aceites esenciales que otras plantas.
Más recientemente, a principios de 2008, expertos de distintas universidades estadounidenses presentaban la investigación que les llevó a descifrar el 95% del genoma del maíz, uno de los cereales más cultivados en todo el mundo. Gracias a sus resultados, los expertos confían en mejorar las variedades de maíz y otros cereales, y que ayuden también a desenredar la biología básica de este cultivo a través de los genes que lo hacen más nutritivo.
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